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El origen de la palabra emoción viene del latín emotion, que deriva del verbo emovere, y este a su vez se forma del verbo moveré, y que nos deja en pocas palabras un significado de algo así como “mover hacia afuera”. La verdad es que el hecho de que el ser humano es emocional parece ahora estar aceptado, aunque aún encontremos a quienes se ven y nombran como muy “racionales”, decirlo casi que como un cumplido a sí mismos, como si ser más “emocional” fuera entonces estar en desventaja

Somos emocionales y dichas emociones y lo que pueden causar en nosotros son un tema de atención incluso en el área organizacional. Esto comenzó a nombrarse y tener mayor reconocimiento en 1995 cuando Daniel Goleman lanzo su libro “la inteligencia emocional, porque es mas importante que el cociente intelectual”, para luego lanzar toda una obra sobre la inteligencia emocional en las empresas, y dando como resultado una comprensión profunda de cómo las emociones influyen en todos los ámbitos y aspectos de la vida

En realidad, las diferentes definiciones de inteligencia emocional le apuntan a tener un buen manejo de la emoción una vez aparece, es decir, elegir de forma adecuada qué hacer cuando siento esto u aquello. Pareciera extraño tener que poner tanta atención a lo que se hace con la emoción cuando aparece o qué tan a menudo tengamos reacciones más bien inadecuadas, puesto que fisiológicamente, en nuestros lóbulos frontales esta bien evolucionada la capacidad de reaccionar de forma adecuada al ambiente según la necesidad. Desde mi punto de vista, todo se empieza a complicar cuando comenzamos a calificar las emociones, cuando creemos que hay unas buenas y otras malas, y cuando desde pequeños se nos dice “no estes triste” pero nunca se cuestiona el andar feliz todo el tiempo, y mas grave aún, cuando ni siquiera sabemos estar realmente felices

¿Cuántos de nosotros estamos disfrutando un momento y comenzamos a tener pensamientos de “no he hecho tal cosa”, “qué pereza mañana madrugar”? o ¿cuánto va durar esto tan bueno, porque lo bueno, no dura? Es que, si no sabemos estar felices, difícilmente vamos a saber estar y transitar las emociones que son naturalmente mas incomodas como la rabia o la tristeza. En las empresas está de moda hablar de emociones, pero cuando alguien esta enojado o triste no se le invita a hablar de cómo se siente, de qué se da cuenta o qué quiere hacer, mas bien se sigue esperando que estas emociones malucas no aparezcan o se le pasen “rapidito”. Si como organizaciones nos damos a la tarea de entender realmente que somos poderosamente emocionales y que, con cada emoción existe la posibilidad de encontrar mejoras en los procesos, fortalecer el espíritu de grupo, ser más productivos y sobre todo tener una relación saludable con nuestra labor dejando atrás ese pensamiento de los problemas se dejan en casa, entonces tendríamos mucho más éxito, no solo como organización, si no como seres humanos

Hoy quisiera a invitarte a conectarte realmente contigo mismo, con tus emociones, recordando que todas son pasajeras, piensa ¿cuándo aparecen? ¿para qué te sirve cada una? ¿Cómo se siente en el cuerpo de diferente una de otra? ¿DE QUÉ TE DAS CUENTA? pero, sobre todo, se consciente de qué eliges hacer con ese darte cuenta

Diana Velilla

Titan del arte.

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