Hace poco leí sobre las principales razones por las que los millennials son despedidos de sus trabajos1. Me sorprendió que de las 10 razones que lista el artículo de Recruitize, la gran mayoría están asociadas a las famosas “habilidades blandas”: problemas en la comunicación, manejo de conflictos, dificultades para trabajar en equipo y manejar el tiempo, falta de empatía, de pensamiento crítico y de flexibilidad.
Esta situación parece agudizarse más por dos problemáticas que vivimos actualmente en las empresas, especialmente en las áreas de talento: por un lado, los inconvenientes para atraer o fidelizar y, por el otro, el hecho de que esta generación será en un par de años un porcentaje muy importante de la fuerza laboral, si es que ya no lo es. No parece coincidencia que en los abundantes estudios sobre tendencias del trabajo, sea frecuente encontrar el desarrollo de las habilidades “blandas” como una prioridad.
Lo curioso es que desde el lenguaje estamos abordando un problema que no es para nada “suave” o “blando” y plantear bien el asunto es central para resolverlo. Este adjetivo (“blando”) pareciera darnos una idea errada de lo que es inherentemente esencial a ellas… lo humano. Han sido varias las alternativas propuestas: habilidades esenciales, integrales o interpersonales. Me gusta la propuesta de Simon Sinek, también crítico de esa forma tradicional, para nombrarlas habilidades humanas. Pero ojalá fuera sólo un problema de lenguaje.
Creo que es evidente que estamos teniendo un problema de brechas y carencias cada vez más pronunciadas. Millennials (o cualquier otra generación) que aceleradamente ocupan lugares de liderazgo en las organizaciones… o para ser más preciso, de humanos que hacemos parte de las organizaciones, debemos desarrollar más habilidades humanas, más humanidad. Trabajadores que necesitamos otras formas, no sólo de nombrarlas sino de desarrollarlas en entornos cada vez más cambiantes, acelerados y mediados por tecnología e inteligencias artificiales.
Como si fuera poco nos asalta otro dilema: no hemos resuelto esa especie de obsesión corporativa por categorizar, objetivar, medir y crear indicadores alrededor de éstas. Una preocupación válida aunque parece olvidar que, a diferencia de las habilidades “técnicas” o “duras”, usualmente estas no se enseñan en la academia, no hay consensos en definiciones y menos sobre cómo medirlas. ¿Qué tal si concentramos los esfuerzos en propiciar conversaciones sobre ellas y acompañar compasivamente su desarrollo? Aprender a conversar con el que piensa diferente y descubrir otras verdades, amar el aprendizaje y el descubrimiento, relacionarnos de otra forma con otros y con nosotros mismos, abrazar el cambio y valorar la crítica.
Una cifra de un estudio realizado en el 20122 me llamó particularmente la atención: el 60% de los CEO’s de las 100 compañías más grandes de Estados Unidos tienen estudios relacionados a las humanidades. Alguien será capaz de contarnos: ¿en cuánto mejoró las relaciones con sus familiares? ¿qué tanto se les facilitó resolver conflictos con su pareja? ¿Qué tan rápido se adaptaron a los cambios? Eso de blando no tiene nada y creo que una medición, aunque sea por pura curiosidad, se quedaría corta.
Parece ser que lo “duro” de las habilidades “blandas” probablemente será el estrés y la insatisfacción que genera su carencia (¿será esta otra razón por la que el tema de salud mental cada vez es más crítico?). Y parece ser que lo único “blando” ha sido nuestro esfuerzo por cultivarlas en el trabajo, es más… en la sociedad. Sería maravilloso generar cada vez más espacios donde sembremos otras formas de relacionarnos con otros. No sólo para trabajar mejor, sino para vivir mejor.
Fuentes:
- https://recruiteze.com/why-are-millennials-getting-fired/
- Strengthening Soft Skills-Andy Wible |TEDxMuskegon: https://www.youtube.com/watch?v=gkLsn4ddmTs