A mí, como a muchos, la posibilidad que entregó la virtualidad ha sido el cielo, esa maravilla que representa trabajar desde la casa, un café, desde la oficina si así lo quiero es llamada libertad y para mí representa bienestar.
Los programas como Zoom, Teams, Meet, entre otros, han desarrollado herramientas para que las sesiones puedan ser interactivas, cercanas, dinámicas. Que nota hacer salas, reaccionar con emojis, el chat para opinar, levantar la mano y las que vendrán…Hace poco fui a una empresa en la que la cámara “seguía” al que estaba hablando y me sorprendió mucho lo que estamos logrando con la tecnología para facilitar las relaciones humanas a distancia, sin embargo, la tecnología puede hacer maromas, crear cosas extraordinarias y al final se necesitará sí o sí un componente para que esta interacción sea exitosa: La presencia.
Esta presencia de la que hablo no se limita a lo físico ni a lo presencial, se trata de estar con atención y voluntad en los espacios virtuales que ahora sabemos que no basta con conectarse.
He visto como día tras día se han ido normalizando comportamientos que “dañan” por así decirlo esa magia del trabajo remoto, y no, no es la distancia en kilómetros, es la distancia que se crea cuando no somos responsables y respetuosos con las reuniones.
Si bien, estoy a favor de que encender la cámara no sea algo obligatorio (teniendo en cuenta que se pueden presentar situaciones en las que se requiere privacidad), me parece fundamental hacerlo en la medida de lo posible porque vernos nos acerca. Muchas personas no han desarrollado la disciplina para sostenerse activos sin que los estén viendo, por ello terminan distrayéndose.
Pregunta, cuando el trabajo era presencial y teníamos los ojos hinchados por dormir mal o haber llorado asumíamos eso, ¿no? y entrabamos a los espacios, mientras que ahora tan solo apagamos la cámara decidiendo no mostrarnos como somos y estamos. Antes, si realmente no podíamos asistir a una reunión por algún otro compromiso o porque teníamos mucho trabajo, no entrabamos a la sala de juntas y en cambio ahora decidimos ingresar a reuniones en las que sabemos que no podemos prestar la atención debida.
Si bien para unos, tener el celular al lado mientras lavan los platos y escuchan la información puede ser muy cómodo, olvidan que hay una persona que termina hablando en frente de un montón de cuadrados negros, donde escasamente uno o dos reaccionan o comentan, con esto estamos dejando a un lado la empatía y des-responsabilizándonos de la labor que tenemos que no es solo escuchar, es participar en presencia de una reunión, comprender y si es el caso aportar.
En Cultness nos empeliculamos un montón para adaptar nuestras formaciones que son muy vivenciales a la virtualidad tratando de conservar la magia, los momentos y la esencia. Empezamos a meterle mucha fuerza al antes, a la convocatoria, que conecte a las personas con la intención de su empresa, con nosotros como formadores, con Cultness y con lo que van a vivir para que así se dispongan a darse el espacio necesario que conllevan los temas del ser. Así mismo en formaciones como Escuela de Titanes, creamos un kit con las cartillas, materiales, lapicero, colores, dulces y detalles “que enamoran” que se envían a la casa de cada participante y así se potencien los encuentros. Esto ha aportado un montón y se nota mucho el cambio de disposición, aunque no se debe desconocer que el éxito de un taller no va a estar solo en manos de la convocatoria, los elementos, la tecnología sino en seguir trabajándonos como seres humanos, siendo adultos responsables, honestos, respetuosos y comprometidos. Aprendiendo a estar en presencia en lo que hagamos, entendiendo que eso de hacer dos cosas al tiempo es chisme, al menos el hecho de hacerlas bien, y seguir avanzando en una cultura basada en lo virtual que este sana, presente y se pueda sostener.
Para terminar, considero que vamos mejorando, agradezco mucho las reuniones virtuales, los talleres virtuales que ahora se pueden vivir con equipos en distintas ciudades países y espero que nos sigamos acercando aun con una pantalla en medio.