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¿Y si te dicen “estoy deprimido”?

Hace poco me pasó algo que no me había ocurrido. Una amiga me preguntó “¿cómo estás?” y aunque le quería decir la verdad me costó mucho decirle: “estoy deprimido”. Para lo que me alcanzó, antes de quebrarme en llanto, fue decirle “no muy bien”. Acepto que me cuesta reconocerme en el dolor, en la tristeza y en la ausencia de energía vital. Me frustra no entender un hecho que haya detonado el asunto o no poder controlar las emociones que iban surgiendo. La terapia parecía no ser suficiente, los recursos aprendidos en mi labor no surtían efecto, y aunque el apoyo de mi novia, familia y compañeras de trabajo me sostenían, seguía esa sensación incómoda y extraña para mí.

Es curioso puesto que estos temas no me han sido ajenos y me atrevería a decir que para muchos tampoco lo es. En mi casa crecí viendo a mi entorno más cercano transitar entre depresiones y manías, crisis de ansiedad y hospitalizaciones por temas de salud mental. Creía que era consciente del tema pero como dicen por ahí: del dicho al hecho hay mucho trecho. Constantemente me debatía entre la invitación a permitirme ser humano y vulnerable y entre poder acompañar, liderar y motivar a mi equipo. Sentía culpa y miedo de perder lo que yo creía era la esencia de Nicolás: la alegría, la buena energía y el carisma con el que usualmente me relaciono con las personas. No me sentía que fuera yo. Fue precisamente tratar de aprender y reconocer que ese Nicolás triste, desganado y que necesita ayuda también soy yo, lo que me ha ayudado a hacerle frente a la situación y buscar soluciones para transitarla de una forma más compasiva, saludable y consciente.

Ese saludo cordial me hizo recordar también que una amiga me cuestionaba sobre el formalismo al saludar de hacer esa pregunta “¿cómo estás?” principalmente por dos razones: una por el interés real de quien pregunta y otra por la veracidad de las respuestas que damos, casi siempre de forma automática. Aunque creía que era bien intencionado y educado, ahora me cuestiono sobre cómo hacer mejor esa pregunta ¿cómo puedo invitar al otro a que se abra? ¿tengo yo la apertura para escuchar su respuesta sea cual sea? Y por el lado de la respuesta también tengo más cuestionamientos, particularmente cuando no nos sentimos bien, pero nos invade una incomodidad al decirle al otro la verdad ¿qué tan honestos con el otro estamos siendo al responderle? ¿sé cómo me siento de verdad? Inclusive creo que de alguna forma no queremos poner al otro en una situación incómoda de que no sepa qué hacer cuando damos una respuesta genuina y quizás socialmente menos aceptada, especialmente en entornos laborales.

Mi novia, que ha pasado por muchas situaciones difíciles de salud mental y que dirige un grupo de apoyo, me explicaba que en parte somos nosotros mismos los que al dar estas respuestas hacemos que esto siga siendo estigmatizado en la sociedad. Participar de un grupo de apoyo, me sorprendió, ver no sólo a pacientes sino a familiares de ellos, escuchar sus historias, empatizar con sus dificultades y contar las propias, es de verdad un regalo para el alma.

No soy experto en salud mental ni mucho menos, es más, esta situación me ha permitido darme cuenta de cuanto nos falta como sociedad y en las empresas aprender sobre estos temas. Mi intención no es encontrar una respuesta única, cada vez me convenzo más que ese tipo de soluciones infalibles son erradas. Pero recordé algún video que vi en alguna red en la que alguien recomendaba algo que me hizo mucho sentido. Era algo así como no intentes que la persona tome decisiones puesto que en ese momento le puede estar costando mucho: ¿vamos a comer? ¿salimos a algún lado? la recomendación era más bien proponer compañía “voy a tu casa y déjame prepararte algo de comer”, “te acompaño y si prefieres no tenemos que hablar”, “acá estoy para ti”. Así que la próxima vez que alguien te pregunte o tú le preguntes a alguien ¿cómo estás? que bueno sería poder hacer la pregunta conscientemente y responder de la misma manera.

PD: Tengo la fortuna de que ambas amigas a las que hago alusión son compañeras de trabajo

Nicolás González Restrepo

Titán del Relacionamiento

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